Hola chiflados y chifladas, a lo largo de la corta historia de este blogg en varias ocasiones hemos hablado de un horrible ser conocido por el mítico nombre de gremlin. Lo que nunca hemos sabido es de donde proviene esta criatura. Sin embargo recientes investigaciones llevadas a cabo entre
la UNAM y el departamento de historia del Instituto de Investigaciones Irrelevantes de Rand Mcnally descubrieron los orígenes de la migración gremlin a México. Antiguos jeroglíficos egipcios han demostrado que el fenómeno gremlin existe desde hace milenios. En estos jeroglíficos aparece una criatura la cual viajaba de ciudad en ciudad de polizón en las caravanas por el desierto. Llegando a una ciudad nueva y esparciendo el pinchismo como una plaga. De un momento a otro, las vacas no daban leche, había sequías, pestes, los niños nacían muertos, llovía mierda del cielo y las civilizaciones entraban en decadencia. Después de haber destruido otras civilizaciones el gremlin llegó a Egipto, donde un grupo de sacerdotes guerreros uniendo sus poderes y utilizando la ancestral técnica del baile egipcio. Le quitaron al gremlin parte de sus poderes y lo confinaron a un sarcófago mágico el cual guardaron en una pirámide oculta en el desierto. Y el gremlin ahora momificado permaneció en la pirámide por siglos. Imperios fueron y vinieron, sus huellas se borraron en la arena del desierto. Y la momia gremlin desapareció en el tiempo y rodó por el mundo.
Hasta que en 1891 un gran paquete llegó a la casa de Bonifacio Soler y Mejía en la Ciudad de México. Era la momia egipcia que le había llegado directamente desde Líbano. Bonifacio era un adinerado burócrata que trabajaba en la en la Secretaría de Hacienda durante el régimen del general Porfirio Díaz. Bonifacio era muy trabajador, sus únicas pasiones eran su trabajo y sus numerosos pasatiempos los cuales realizaba en su bella casona ubicada en la colonia San Rafael. Los pasatiempos de este acauladalado y solitario burócrata consistían en leer gran cantidad de libros y enciclopedias en su gran biblioteca, era un fanático de la arqueología, los barcos, pasaba gran parte de su tiempo construyendo barcos a escala, coleccionaba estampillas, le encantaba practicar esgrima y escribir poesía. En pocas palabras era un tetaso (ñoño).
Bonifacio no tenia amigos ni novia, ni perro ni nada, era un teto muy solitario. Y se sentía tan solo
que ignorando las advertencias escritas en el sarcófago. Lo abrió, liberando a la momia gremlin.
Tomó a la momia y siguiendo instrucciones de un antiguo manuscrito macedonio, preparó un ritual para revivir a la momia. Don Boni mató unas cabras y chorreó su sangre en el piso junto con gasolina, pólvora y arena. Cubrió a la momia en esta mezcla mientras recitaba las palabras mágicas. Cuando de repente derramó sangría sobre la momia. Esto provocó una reacción explosiva la cual revivió a la momia pero en vez de convertirla en un fuerte y poderoso mounstro apocalíptico. La momia se convirtió en un ser flaco, enclenque, feo, con un hueco en el pecho, dedos pegados, con una piel seca llena de pecas. Su primera palabra fue -"ouch"...
A Bonifacio no le interesó el repugnante aspecto de su nuevo amigo a fin de cuentas era un "amigo". El buen Bonifacio y su momia pasaron mucho tiempo juntos.
El burócrata porfirista le enseño todo lo que conocía a la momia gremlin. Le enseño a hablar español, ingles, griego y latín; Armaban barcos juntos, leían sobre Napoleón y religión; practicaban esgrima y comían juntos gorditas de moronga con sangrías todos los domingos en
la
Alameda Central. Claro, este gremlin se convirtió en un ser sabio y conocedor de todas las costumbres de la época. Pero no olvidemos que después de todo era un gremlin: egoísta, aburrido, teto, idiota, mequetrefe, prepotente, culerito y de mala suerte. Un mounstro andaba suelto, pero como Bonifacio era más o menos igual se convirtieron en grandes amigos. Y todo estuvo igual de aburrido hasta que en 1911, Bonifacio un hombre muy sano por sus tetos hábitos. Comía moronga, alubias e higos, tomaba agua de limón, no fumaba, no tomaba, no se desvelaba, no decía groserías, no bailaba, no cojía, estudiaba mucho, era muy mocho (muy religioso) y comía muchos chocolates Costanzo (comercial jejeje ^_^). Murió al ser atropellado por uno de los primeros autos que corrían por la gran ciudad. Toda la fortuna del señor Soler y Mejía pasó a manos de su amigo el gremlin. Este ser, tomó la identidad de su antiguo protector y continuó conservando lo antiguos hábitos de su protector. Excepto que el gremlin empezó a reproducirse. Contrataba prostitutas heroinómanas para tener sexo y reproducirse.
Con el paso de los años el dinero se le fue terminando por lo que para continuar con su plan empezó a empeñar sus pertenencias. Otras tácticas que usaba para burlar a las prostitutas era decirles después de tener sexo que no tenía dinero, pero que iria por él al banco y regresaría... pero nunca regresaba. Durante la revolución la casona se mantuvo a salvo del saqueo, debido a leyendas que corrían diciendo que era una casa embrujada. Eso y que un día unos revolucionarios entraron y los gremlins les chuparon toda la sangre para hacer moronga. Solo quedaron sus cuerpos secos, esto alejo a toda la gente de la casa.
Los gremlins lograron crear una pequeña colonia y década tras década se fueron haciendo más pobres hasta que a mediados de los cincuenta el gobierno de la ciudad destruyó la casa para construir un multifamiliar. Los gremlins se vieron obligados a escapar a diferentes partes de México. Se dice que lo único que conservan de su fortuna es un antiguo bastón que perteneció al general Díaz y algunas pipas antiguas. Bueno y así llegaron los gremlins a México y ahora rondan por todo el país haciendole pasar malos ratos a la gente con su terrible prescencia.
Por cierto Agredezco al Dr. Malloy's Bizarre Photographic File, por proveernos con estas antiguas imágenes de la momia gremlin así como al fotógrafo Sir Edward James por proveernos también de fotos del gremlin en las épocas porfirianas.
Abur! ^_^!!!
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Que ondiñe, bueno en esta ocasión estamos en la abundancia, así que tenemos otro dos por uno.
